domingo, 13 de mayo de 2012

El arte...


El arte debe dar entrada a su observador.
Lo inacabado.
Lo sugerente.
Aquello que se desborda en manos de las miradas otras.
Aquello que concluye en ellas, sin cerrarse nunca porque siempre habrá una nueva interpretación y lectura.
Cerrar el texto es dejarlo estático.


El camino siempre ha de llevar a alguna parte, para el caminante, aunque lo haga en círculo mientras no sea capaz de lanzarse al vuelo que le permita mirarlo desde el aire, para descubrir que forma parte de un laberinto en continuo cambio y movimiento.

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